jueves, julio 09, 2015

MI HOMENAJE A JUAN REINALDO SANCHEZ


Hace un mes murió Juan Reinaldo Sánchez, ¿quién fue?, ni mas ni menos guardaespaldas personal de Fidel Castro durante 17 años. Su mejor guardaespaldas. Reinaldo plasmó parte de lo que sabía de aquella época en un corto libro aparecido hace poco, aunque con su muerte se ha perdido tantísima información….quiero pensar que habrá dejado muchos mas manuscritos póstumos. Si alguien tiene (aun) una idea positiva del régimen castrista debe leer este libro que no contiene ni odio ni insultos en sus paginas sino los hechos que Reinaldo vió y escuchó, sencillamente porque él estaba allí, y pocos pueden presumir de ello. Se lee de un tirón gracias a la sencillez de sus palabras y el aire de sinceridad que contiene, no dando pábulo a la falsa rumorología negativa sobre Castro.

Pero lo mejor del libro es la historia del piloto Orestes Lorenzo, de la que yo no tenía la menor idea, a pesar de ser tan extraordinaria. En 1991 este piloto de elite cubano, formado en Rusia y fogueado en la guerra de Angola (para los que no lo sepan fue la verdadera guerra de Castro, empleando no guerrilleros sino millares de militares en campo abierto) desvió su mig de fabricación rusa hacia USA, sin que pudiera ser alcanzado por sus compañeros. Pero Orestes había dado por hecho (o quizás no) que Castro dejaría salir a su mujer e hijitos, si de verdad pensó así era muy ingenuo, porque Castro hizo lo previsible en él: mientras el viviera la familia de Orestes estaba condenada a vivir para siempre en Cuba, así lo declaró. La siguiente reacción de Lorenzo fue convertirse en una mosca cojonera en la petición de que dejaran salir a su familia de Cuba, llegando a encadenarse a una verja del Parque del Retiro, cuando Castro vino en 1992 a España a visitar a Felipe González y Manuel Fraga. Habló con Gorbachov, Bush padre,..pero nadie parecía darle una solución, tan follonero estaba que Raúl Castro comentó que “si tiene cojones que venga personalmente a llevárselos”. Era la única solución y no era probable que Orestes pudiera hacer algo que ni la CIA había hecho: llegar por el aire a Cuba para rescatar a los suyos. Tras poner sobre aviso a su familia a través de amigas que hacían de falsas turistas, Lorenzo llegó a Cuba en una vieja avioneta casi tocando el agua del mar con las ruedas. Los conductores no daban crédito cuando vieron una avioneta aterrizar sobre la autopista, girar, abrir una portezuela por donde se montaron como un rayo una mujer y dos niños pequeños y finalmente despegar entre coches que le cerraban el paso, algo que parecía improbable por ser demasiado arriesgado.
Que triste final es que te abatan los migs cubanos sobre la superficie del mar, tan indefenso y sabiendo que eres el responsable de haber arrastrado a tu familia a una aventura tan absurda, que muchos no te recomendaban, y que alegría para Castro, victorioso y socarrón como siempre. Orestes había previsto este desenlace, grabando un video póstumo y explicando las razones que le llevaron a hacer semejante locura para que fuera visto si no regresaba, aun muerto el quería explicar su versión, descargando culpas y asumiendo la suya. Pero no hizo falta verlo.
La vetusta avioneta volvió a posarse a ras del agua del mar del caribe y llegó sana y salva a Florida (a pesar de que la mujer de Orestes declaró que los minutos se convirtieron en horas hasta alcanzar el paralelo 24, fin de las aguas cubanas). En los USA su historia alcanzó la categoría de mito, pero no como los mitos castristas tipo el fracasado y arrastrado (no son adjetivos, es que literalmente es así) Che en los lodazales de Bolivia; o el héroe de la guerra de Angola, General Ochoa a quien Castro ejecutó tras un juicio de tipo estalinista (para quien no lo sepa sinónimo de farsa sádica), y tras haber sido condecorado como Héroe de la Revolución (con mayúsculas), obligando de paso a su escolta (entre ellos a Reinaldo) a ver el video confidencial del fusilamiento de Ochoa; un video beta de mala calidad, oscuro y sin sonido pero tan horrendo como quien lo ordenó grabar.