domingo, marzo 01, 2009

EL CHE Y ADAM SMITH

Los zombis que resucitan en las películas de George Romero son torpes y lentos, ya no se parecen a los humanos que fueron en vida, y así es el mito del Che, un zombi que ha resucitado por enésima vez y que se mueve para acá y para allá en movimientos inconexos como un autómata, pero con un objetivo claro: hacer ganar dinero a otros. Y ahora les toca forrarse a los productores y miembros de una película que narra su paso guerrillero por Bolivia y que no dejan de anunciar estos días en la prensa, vamos en plan cine independiente que no tiene ni un duro para publicidad.

Basta con leer el propio diario del Che en Bolivia, para darse cuenta de lo estupido de todo aquello: deambulando de un lado para otro sin conseguir nada, huyendo, sin oficio ni beneficio todo el tiempo y pasando los días sin hacer nada provechoso, y sobre todo sin que ni un solo lugareño se les uniese, ¿donde se ha visto una guerrilla formada totalmente por extranjeros?, ¡¡coño!! si eso no es inmiscuirse en los asuntos de otro país que baje Dios y lo vea. Una injerencia presuntuosa, altiva y temeraria que les costó cara.

Quedémonos con estas palabras de Adam Smith que parecen escritas hace mas de dos siglos inspirandose en el Che Guevara y Fidel Castro, nunca antes unas frases sobre economía fueron tan proféticas:

“El Gobernante que intentase dirigir a los particulares respecto de la forma de emplear sus capitales, tomaría a su cargo una empresa imposible, y se arrogaría una autoridad que no puede confiarse prudentemente ni a una sola persona, ni a un senado o consejo, y nunca seria mas peligroso ese empeño que en manos de una persona lo suficiente presuntuosa o insensata como para considerarse capaz de tal cometido”.

Es que lo de "una persona lo suficiente presuntuosa o insensata" parece escrito irónicamente pensando en el Che, quien se consideró capaz de ese cometido como jefe del Banco Nacional de Cuba y Ministro de Industria y, claro, también en Fidel Castro. La presuntuosidad sudamericana de Castro que produce melodiosas, latinas y ladinas palabras sigue cautivando a los Oliver Stone o Benicios del Toro de turno, mientras meditan y se relajan, no en destartaladas casas de La Habana sino en sus mansiones de Hollywood.